domingo, 27 de mayo de 2007

La soledad de Penélope

Amanece, y con la luminosidad ascendente del alba y su mezcolanza de color, dibuja y construye de forma paulatina una fortaleza en su corazón. El tiempo teje, incesante, con hilaturas finas y coloridas, entrelazando las hebras de su existencia florida entre jardines y corales… así transcurre la larga espera de Penélope, la gran desconocida.

… Porque Penélope es sombra, no es una heroína de epopeya que libra batallas insondables arrullada por el canto de las sirenas, ni embriagada por codiciosas beldades. Reina, pero madre, mujer y niña, aliada eterna de la soledad, silenciosa y protectora amiga… La saudade, convertida en serpiente, envuelve y aprisiona dulcemente su cuerpo y la seduce para siempre.

Solicitada y pretendida como tesoro preciado, se ampara en su aislamiento… Quién observó su mirada infinita, sus manos de niña, su gesto delicado, sus ansiedades, sus silencios, sus anhelos…, quién susurró a su corazón un gesto amable, un sincero cariño…, quién vio a la madre y no a la reina, a la mujer y no a la madre, a la niña y no a la mujer…

Con la llegada del ocaso, desteje el tiempo regresando al pasado. Suelta sus largos y negros cabellos y danza descalza bajo la luna serena. Bañada por su luz blanca y clara, imprime la arena con sus huellas… Y allí espera su amante, imperturbable e infinito, el dolor de sus entrañas. Embriagada de mar, ansía el resurgir de Ulises de entre las aguas nocturnas. Con el sabor de la sal en la piel, sólo el viento la saborea rozando su cuerpo y susurrándole secretos que los dioses desconocen.

Penélope clara y oscura, serena y ardiente, dueña de sus noches blancas y esclava de sus días. En su larga espera, olvida su fin y su destino… La aurora la sorprende tejiendo pensamientos con soledades. Y amanece. Es hora, ya es la hora de alzar de nuevo un muro en su corazón, al compás de una luz que ya se perfila.

"Penélope"

lunes, 7 de mayo de 2007

Lucía y el tren

Vuela esta canción,
para ti Lucía,
la más bella historia que tuve y tendré…


… Y Lucía hace sonar su música y su letra por los andenes mientras el tren se aleja hacia el destino mágico de las vías sin fin… Es decir, que Lucía camina siempre hacia un tren que está a punto de partir… Lucía es letra y música en sí misma, una canción enfática de pronombre personal… Lucía es Lucía porque se aleja sembrando recuerdos de lo que fue, de lo que está y de lo que será… algo así como un regusto ajado de los tiempos ausentes que vive en ser y estar… Lucía puede decirse que luce como un pretérito perfecto y titila, allá a lo lejos, como futuro perfectísimo, en paz y armonía con la Idea. Digamos, pues, entonces, que Lucía relumbra de día y de noche, como patrona que es de los más ciegos videntes que habitan las tieniebas, porque 13 de diciembre, santa Lucía de Siracusa, que fue virgen y mártir y recuperó la vista antes de morir, como para demostrar su cálida rebeldía de gran amor.

No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido,
nada más amado
que lo que perdí


Lucía canta, ya digo… Tiene la voz tibia de la sirenedidad del mar cuando está triste…
-¿Y dónde vas, Lucía?
-Quién sabe… allá dónde haya luz.
-Claro, patrona de los ciegos, con las tinieblas tal vez no puedas convivir…
-Y quién sabe si la luz es también negra –dice mientras revisa su billete de tren hacia el Destino extraño de las grandes preguntas.
-¿Nunca tomas cercanías?, ¿siempre largo recorrido?...
-Siempre, porque lo cercano puede quedar muy lejos y lo lejano estar al lado; así que, de una manera u otra, siempre viajo muy lejos.
-He escuchado tu nombre en una canción de Joan Manuel Serrat…
-Es que esa canción soy yo misma cantada por mí misma… No todas saben estar y ser la voz del enamorado…
-Lo sé…
-Gracias.
-No hay de qué.

Lucía viste la falda amplia de la primavera y la sonrisa cristalina de las colegialas, el sueño eterno de los perdedores, el realismo mágico del tiempo maya y la esperanza triste de los senequitas… Lucía, no es que vista falda, es que viste las falda al viento de la tentación, la falda larga (oh amado suyo) del guante y la bofetada y la falda faldicorta de la revolución pendiente de aquellos ayeres adolescentes… Es decir, que Lucia desconcierta hasta al sol de mediodía…

Si alguna vez fui un ave de paso,
l olvidé para anidar en tus brazos,
si alguna vez fui bueno y fui tierno
fue enredado en tu cuello y tus senos…


-Y te gusta tu letra, tu cuello y tus senos?
-Eso es como una trinidad ¿no?
-Sí.
-Siempre ha habido gran misterio en ese misterio.
-Si, es como tercera pregunta multiplicada multiplicada por sí misma…
-No lo acabo de entender, luego, puede ser que tengas razón, me responde mientras musita ensimismada los últimos versos de Lucía viajera..

Tus recuerdos son
cada día más dulces,
El olvido sólo se llevó la mitad,
y tu sombra aún
se mete en mi cama
con la oscuridad,
Entre mi almohada
Y mi soledad…

-¿Sabes?
-¿Qué?
-Pues que tu voz hace tiempo ya que duerme bajo mi almohada y mi soledad, tu voz es como tu tu sombra en las oscuridades de mi cama.
-No suena mal.
-No...

Y Lucía se aleja hacia un tren que ya se ha ido. Y su perfume inexplicable queda por siempre vagando por los andenes.

"Ulises"

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